miércoles, 15 de junio de 2011

Del intento por clarificar o clasificar el arte digital a la detección de problemas centrales que pueden incluso ser parte de otras técnicas o procesos artísticos.

 por Gabriela Mendoza Sánchez

INMEMORY (CD-ROM) de Chris Marker
Las técnicas digitales están otorgando al arte además de nuevas herramientas y soportes, la oportunidad de discutirse y redefinirse, ya sea en el desarrollo del arte digital o incluso viendo las convergencias o divergencias con áreas y técnicas ya existentes.
Al tratarse de una nueva técnica, varios autores como Paloma González Díaz tratan de ofrecer al lector interesado un glosario básico de conceptos propios de los medios digitales y los que del arte han servido para la realización del arte digital[1].
Autores como Juan Carlos Delgado dan cuenta del estado en el que se encuentra el arte digital en América Latina, en especial en Lima, Perú[2] destacando las posibilidades de lo digital que además de ser un medio para realizar las propuestas artísticas permiten llegar a un público amplio. Estás posibilidades podrían encausarse a través de proyectos específicos para dar lugar a una amplia experimentación en este nuevo y móvil terreno artístico.
El arte digital, por otro lado, también obliga a repensar en la relación arte y ciencia, que siempre ha estado presente, el arte se ha válido de los descubrimientos científicos y quizá los que más han incidido en los cambios más significativos a la concepción antigua que se tenía del arte –que se puede ver sobre todo en la pintura y la escultura- ha sido lo referente a la óptica, a “la generación de imágenes basadas en la máquina, y a la visión a partir de las máquinas”[3] La óptica cambio la forma de pintar, la forma de ver, analizar y hacer esculturas, género la fotografía y el cine.
Walter Benjamín, señaló: “En vano se aplicó por de pronto mucha agudeza para decidir si la fotografía es un arte, sin plantearse la cuestión previa sobre si la invención de la primera no modificaba por entero el carácter del segundo”[4]
De igual manera como las ciencias logran cambiar la forma de hacer y pensar el arte, el arte de acuerdo a sus exigencias motivadas por los deseos de expresión de las subjetividades de sus autores y a la búsqueda de nuevas formas va creando necesidades a las que la ciencia tiene que dar respuesta.

The Tulse Luper VJ por Peter Greenaway
Peter Weibel en su ensayo titulado La irrazonable efectividad de la convergencia metodológica del arte y la ciencia, no sólo menciona lo enunciado líneas arriba sino la capacidad de influirse metodológicamente un mundo al otro. El arte siguiendo estructuras que le permiten llevar a un fin sus proyectos; la ciencia incluyendo en sus métodos la posibilidad de las variaciones, de jugar para ampliar su campo de experiencias y encontrar más resultados de lo esperado.
Este autor para argumentar sobre su tesis destaca las diferencias entre arte y ciencia, a diferencia de la manera tradicional de llevar acabo estudios teóricos buscando las analogías, sin embargo, como se puede ver destaca la proximidad entre arte y ciencia a través de su metodología, que como antecedente tuvo el libro de Paul Feyerabend La ciencia como arte, que el mismo Weibel cita. Entonces, afirma: “Porque siempre que la ciencia tiende a hacer sus métodos demasiado autoritarios, demasiado dogmáticos, la ciencia se vuelve hacia el arte y hacia la metodología del arte, que es la pluralidad de métodos”[5]
La ciencia y el arte en conjunto han llevado a la creación de artefactos o juguetes filosóficos[6] como la cámara fotográfica y con ella se modifica la manera de hacer y pensar el arte, ahora con el surgimiento de los nuevos dispositivos digitales, la discusión sobre la fotografía, el video, el cine y la televisión sigue; porque todavía para varios autores, ninguno de estos campos ha logrado su consolidación o su muerte –entiéndase muerte la reflexión total sobre las variantes de su propia técnica, como en el caso de la pintura que lo que le otorga posibilidades en la actualidad son los contenidos que cada artista trabaje-.
De entre estos cuatro dispositivos para producir, reproducir o transmitir imágenes debe recordarse que algunos se utilizan menos como medio artístico.
En Nuevos soportes tecnológicos, nuevas formas artísticas…, José Luis Brea afirma que ha pasado mucho tiempo antes de que la aparición de la técnica fotográfica haya dado vida a una nueva forma artística, que el video probablemente no llegará a hacerlo nunca, ya que el videoarte es un subgénero subsidiario de otros.[7]
Estas afirmaciones que parecerían ser demasiado tajantes, según se entiende tienen la intención de insistir en la reflexión detenida sobre el uso que se le da a estas herramientas tecnológicas, si el deseo es encontrar nuevas formas artísticas a través de las nuevas tecnologías digitales, deberán concentrarse los esfuerzos en dominarles y no perder de vista el origen de las discusiones sobre el arte que ellas mismas han generado.
Nos da una pista clara de lo que dichos medios han sido en su mayoría y de lo que deben alejarse para entrar en la construcción de nuevas formas, en el orden de lo simbólico. “El problema con los medios de reproducción técnica de imagen en movimiento, cinemática, es que no logran efectuar este distanciamiento de lo real (…) En el caso de la televisión, todavía es peor”[8]
Las reflexiones que ocurren a partir de la función de estos medios y van hasta la naturaleza del acto artístico son variadas. Existen también opiniones más positivas acerca del cine sin dejar de ser criticas, y se fundamentan en ejemplos como las teorías de Vertov y Einsentein, Larcher, Toti, etc.
Con estos ejemplos Pierre Bongiovanni[9] habla de relatos fílmicos sobre las “experiencias del siglo”, pero reconoce que su visión se reduce a la civilización occidental.
Siguiendo con los estudios que sacan a la luz los ejemplos más claros de cómo se ha hecho arte con el video y el cine, David Oubiña destaca la obra realizada por Jean-Luc Godard.
En su ensayo pone de manifiesto al igual que en la mayoría de los textos revisados, el riesgo de la frivolización que tienen de las formas y los discursos las industrias, en este caso cinematográficas. Para lo cual, nos lleva al pasado, nos introduce en el mundo de James Joyce y declara: “Joyce todavía piensa en la literatura como un medio de expresión y en el cine, como un espectáculo que le promete dinero”.[10]
Estamos de acuerdo, en que el cine en la actualidad es ante todo una industria del espectáculo, aquí deseo agregar que el cine y  la literatura  reconocen claramente sus productos industriales de los que no lo son, esta es una tarea que las artes plásticas tiene aún pendiente; “reconocer sus valores intrínsecos”[11]. Las preguntas más específicas sobre el arte y la industria o qué lugar pueden ocupar los productos artísticos dentro de la industria, los dejaremos para otro ensayo sobre mercado- y el arte.
Para entrar en la discusión sobre las nuevas tecnologías y el arte, como consecuencia también de un contexto complejo, diverso, móvil, donde el tiempo y el espacio no pueden ser pensados como en el pasado, se requiere de hacer distinciones, para saber en que áreas o que método seguir para lograr esas formas artísticas.
Lo que reúne o distingue a estos medios es la imagen, la representación, la identidad, la subjetividad, la memoria, o la reflexión, el tiempo, el movimiento.
Algunas líneas arriba ya hablamos sobre la diferencia entre la representación de lo real para poder proponer formas en el orden de lo simbólico. Para seguir aclarando las ideas en este orden dentro del nuevo mundo, José Luis Brea se vale de las palabras ROM y RAM, la capacidad de la primera para almacenar y la función de la segunda para generar, crear, reconstruir, “al aumento de las capacidades de procesamiento y conectividad, a las capacidades de gestionar las memorias para hacer advertir a su través lo desconocido, aquello que está aún y siempre por llegar.”[12] (sic)
Para poner a nuestro alcance un ejemplo particular de la aplicación de estos conceptos en la práctica de los medios tecnológicos en los espacios públicos y que sigue en el camino de la revisión de la relación arte ciencia, utiliza el caso de los Museos.
Como se sabe los Museos surgen respondiendo a una necesidad didáctica de las grandes estructuras, y fueron muy discutidos por las Vanguardias Artísticas del siglo XX. El museo sigue buscando su razón de estar en la actualidad.
José Luis Brea señala lo limitada que ha sido la inclusión de las nuevas tecnologías en los museos, -que en la totalidad de nuestro territorio nacional no hemos llegado por lo menos a eso, para bien o para mal-. Los usos que se están dando de estos nuevos dispositivos en su mayoría son la explotación de su función de archivo, la conversión del museo en espacio de espectáculo cinematográfico o en el mejor de los casos la difusión del patrimonio artístico e histórico más allá de sus fronteras territoriales.[13]
¿Por qué digo que en el mejor de los casos se da la difusión del acervo de los museos más allá de sus muros? Este uso colabora a la idea que trabaja este autor sobre la diversidad cultural. “Los nuevos museos pueden convertirse en eficientes nodos capaces de introducir en nuestra experiencia perceptiva reflexividad, interacción, criticidad, capacidad de procesamiento de las informaciones e interconexión, fuerza de comunidad y ciudadanía entre sus usuarios”[14]
Estudios en diversos campos y áreas apuntan hacia la idea que propone, ante el flujo de información con el que hoy se puede contar, se deben fomentar las condiciones para reflexionar sobre esta información, detenerse, es a partir de este espacio para la reflexión ante el agobio o el vacío como se da lugar a “diferirse de la diferencia”[15]. Los medios audiovisuales y tecnológicos incluidos en los museos deberán ir formando a sus usuarios, -público, gestores- para lograr una actitud crítica, los creadores y artistas que se incluyan en estos se supone aportarán esta característica propia del arte, la autocrítica.
Se ha dado paso a la estrecha relación de los medios digitales con el espacio público, abre la posibilidad más que en cualquier otro momento de nuestro pasado a relacionar el arte con la comunicación, a que el arte se valga de la capacidad de diseminación de los medios de comunicación para que se generen en distintos lugares al mismo tiempo los intercambios artísticos y culturales. Sin duda esta misma apertura lleva de la mano riesgos. Y más arriesgada aún me parece la propuesta de la “imagen tiempo que se va y deja de estar para siempre”[16]. Por un lado se puede pensar en que exigiría de quien la realiza y la presencia una reflexión para asimilarla y será ésta la que le quedará para nuevos pensamientos o creaciones. Por otro lado sólo quien estuvo en el tiempo de la imagen es capaz de cuestionarse sobre ella, no habrá lugar a múltiples interpretaciones, a menos que se asegure su difusión y capacidad de convocatoria.
Ante la vorágine de imágenes, propuestas, percepciones, técnicas tradicionales y nuevas, el arte digital invita a conocer, analizar y valerse de las características y/o ventajas de cada una de ellas para realizar nuevas formas, “toda forma artística nace irreversiblemente ligada a un desarrollo de lo técnico”.[17]
 No sólo en el campo de las nuevas tecnologías quienes se acercan a su uso con pretensiones artísticas se quedan en su función de representación o de enunciación o incluso en la mera narración –es decir llevar sin interpretación, sin transformación la literatura a la imagen-. Poco se acostumbra en la actualidad el meterse de lleno al conocimiento de una técnica, para desentrañarla y modificar la materia o la luz  a la vez que nos transformamos o nos reformamos.
En términos digitales se evade la tarea ardua de entrar hardware al de las técnicas, llámese video, fotografía, cerámica, dibujo, etc. En contraejemplo de la mayoría que trabaja sobre la realización de imágenes en la actualidad, está la propuesta de Godard con sus Historia(s) del cine en video, porque eso convierte al cine en una actividad manual e introspectiva y porque permite experimentar con él, tal como lo haría un científico, un escritor o un artesano.”[18]
Ante las novedades tecnológicas que se crean y se comercializan fácilmente ante un mercado ávido de novedad, las propuestas artísticas pueden filtrar su creatividad a estos medios pero persiguiendo sus propios fines. En el mejor de los casos el artista puede tener la capacidad de crear estas nuevas posibilidades y capacitarse para “organizar los escenarios de su ponerse en público, de su producción de audiencia”.[19] Es decir formar una comunidad que gane terreno al uso que hasta hoy se da de la tecnología por los medios masivos de comunicación.
Ganar audiencias para las formas artísticas, se suma a la idea de José Luis Brea acerca de crear comunidades, ciudadanía. Y para el caso de nuestro país, contrarrestar la violencia que se vive, si se convence a un auditorio cada vez más amplio de la capacidad de crear nuestros propios imaginarios, de transformarnos, tal vez se logre transformar la realidad que vivimos. El arte dejó su estatus, desvaneció las jerarquías y hace tiempo ya que dialoga con las ciencias, pero no todas las comunidades y todas las mayorías han logrado elevar su capacidad creadora; somos consumidores de tecnologías, de estilos. Es hora de trabajar para mutar y dar el brinco hacia el lugar de quienes crean el contexto para los imaginarios mutantes.[20]
El momento presente ha dejado atrás la repetición de la memoria, la apropiación frívola de modelos, ya no son necesarias las irrupciones abruptas de las vanguardias como un órgano vivo que rechazaba lo ajeno, es momento de la reflexión de la asimilación de lo que nos fortalece y reconfigura para llegar a auténticas formas artísticas y de pensamiento.


[1] GONZÁLEZ DÍAZ, Paloma. ¿Qué es Arte Digital? Inicios, referentes y conocimientos básicos. (S.D.)
[2] DELGADO, Juan Carlos. Arte Digital y Acercamientos. Recuperado el día 28 de diciembre de 2009 en: http://www.juancarlosdelgado.com
[3] Cfr. “La transformación del arte en la era técnica”. WEIBEL, Peter (2007). La irrazonable efectividad de la convergencia metodológica entre el arte y la ciencia. En  La Ferla, Jorge (comp.). El medio es el diseño audiovisual. Editorial Universidad de Caldas y Eudeba: Colombia. .
[4] OUBIÑA, David. “Una juguetería filosófica (Eadweard Muybridge, Jean-Luc Godard, Hill Viola y asociados). En Pensar el cine 2.  Ed. Bordes Manantial. Argentina, 2004., p 219
[5] Weibel, Peter. Op cit. “Arte y ciencia como construcción social”.
[6] Como los nombra David Oubiña en Pensar el cine 2.
[7] BREA, José Luis. “Nuevos soportes tecnológicos, nuevas formas artísticas. (Cuando las cosas devienen formas)”. La era Postmedia. Libro II: Arte y Ciencia. Editado en PDF el 27 de octubre de 2002., p 142
[8] Idem,  p 146
[9] BONGIOVANNI, Pierre (1997). Acompañar los imaginarios mutantes.En  La Ferla, Jorge (comp.). Contaminaciones: Del videoarte al multimedia. Libros del Rojas, Eudeba: Buenos Aires., p 154-155
[10] OUBIÑA, David., op cit.,  p 212
[11] ACHA, Juan. Problemas artísticos de América Latina. , p 3
[12] BREA, José Luis. “Museo_Ram. El museo como operador de conectividad”. Cultura_RAM. Mutaciones de la cultura en la era de su distribución electrónica. Ed. GEDISA. Barcelona, 2007., PDF: Creative Commons, 2009.,
[13] Parafraseando a BREA, José Luis. Idem,
[14] Idem,
[15] Idem
[16] Ididem
[17] BREA, José Luis . “Nuevos soportes tecnológicos, nuevas formas artísticas…”, op cit., p 139
[18] OUBIÑA, David., op cit., p 214
[19] BREA, José Luis., op cit
[20] Parafraseando a BONGIOVANNI, Pierre en Acompañar los imaginarios mutantes.